No te olvides de mí manantial de agua,
recuerda que una tarde llegué a ti
deseando que tu humedad refrescara mi angustia;
quizá mi reflejo se quedó contigo
esa misma tarde que creció tu volumen
siquiera cien gotas frías.
Arboles
piedras,
humo a lo lejos...
nada fue suficiente,
sólo tu trasparencia quieta
que recorrió un alma muerta.
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